En estos dias es muy recomendado que leas, casi casi por todos lados está el consejo de que leas al menos 15 minutos al dia, que enseñes a tus hijos a leer.
Que leer incrementa nuestro “acervo cultural”, mejora nuestras capacidades mentales, que nos hace más sabios y dificiles de cuentear y sabe que tanto.
Pero no es como para correr a la Gonvill y atascarse de libros. Después de todo, también hay libros que no son más que pura cochinada.
Curiosamente este tipo de libros es muy vendido, y leído, mucha de la perrada los recomienda, me refiero a los libros de superación personal.
Si tu ya leíste “Las enseñanzas del viejo Don Juan”, o “Los cuatro acuerdos ” , o “el caballero de la armadura oxidada” , o incluso, “El alquimista”, puede que me digas que son libros bien fregones que te han dejado profundos conocimientos. Sin émbargo, yo sé que en lo profundo de tu corazón, deseas no haber perdido tanto tiempo leyendo esa basofia, pero te lo guardas, porque tienes el síndrome del emperador desnudo.
De los libros anteriores, uno puede decir: “güeno, no me enseñaron nada, pero al menos me divirtieron”. Cosa que no se puede decir de los libros de Carlos Cuahutemoc Sanchéz. En la prepa, nos obligaron leer alguno de los libros de superación personal, de una lista, y en la lista estaba “La busqueda”, escrita por Carlos Cuahutemoc, y ese libro lo conseguí prestado. Así que para cumplir me puse a leerlo.
La trama, es MALISIMA. De entrada parece que el Temo intenta que te identifiques con un águila que se cree gallina, y un día la corren del corral para que se convirtiera en águila. Hmm, no, nunca fue mi caso, y no creo que la mayoría de la perrada fuera támpoco adoptada. Osea, águila que no supiera quienes eran sus padres estaba como fuera de lugar.
El águila tiene que irse hacia la cima de una montaña, pero ¿para qué?, osea, cuando más subes es cada vez más dificil encontrar alimento, además de que el clima se vuelve más frío. ¿Para qué un águila querría irse para allá?, ¿por qué no elegir un área verde, cerca de un río?, o de esos lugares preferidos por las águilas?
Total, ya el águila llega a la cima de la montaña, y se regresa. Otro animalillo metiche le pregunta que porque, y el águila le contesta: “voy a subirme a aquella montaña que todavía está más alta”.
Sin duda, muy motivante si tu fueras alpinista, pero poco prácticos para quienes nos gustan los climas más cálidos. Tal vez me dirá usted que debería juzgar ese libro desde un punto de vista más metáforico para poder entender la enseñanza. Sin émbargo, en ese libro no hay nada que aprender, que tengas aspiraciones y que le des aunque se hablen mal de ti o te digan que no las puedes, ya te lo han dicho una y otra vez, a cada rato, es tema recurrente de caricaturas, películas, que de verdad, decir que descubriste que necesitas superarte leyendo un libro de Cuahutemoc Sanchez habla muy mal de tí y te deja mal parado.
En otro libro de este mismo autor, deja ver lo torpe que es él al tratar las emociones humanas.
En su libro de “La ultima oportunidad” escribió unos diálogos que hablan sobre el “perdón”.
Segun el Temo, lo mero chido para perdonar consiste en que debemos “obsequiarle” a quien nos ofendió, aquello que nos ha quitado, en lugar de pedir que nos lo regrese.
Pone de ejemplo una suposición de que alguien va a visitar a otra persona, y la visita le rompe un jarrón, si el dueño de la casa le cobra el jarrón y después de que su visita se lo paga, el dueño le dice: “te perdono”. Temo dice que en este caso, realmente no está perdonando, sino que haciéndose el tonto, que porque al pagarle el jarrón, automáticamente quedan a mano y ya no hay nada que perdonar.
Sin émbargo, nosotros somos seres emocionales y ésto es por lo que me parece absurda la lógica de Cuahutemoc,
Se le escapa al Temoc que algunos objetos no son facilmente reemplazables, y es muy dificil para alguien perderlos. Volvamos a ver el jarrón, puede ser que sea un jarrón de 10 pesotes, pero tal vez esa fue la primera cosa que pudo hacer algun ser querido enfermo de paralisis cerebral. Digo, podría ser un jarrón todo chueco, feo y mal terminado, pero para la dueña de la casa, sería una grosería que alguien le diga: “ups!, se me rompió tu feo jarrón, ahí te van 50 pesotes y te compras 5 de ésos”. Aunque económicamente le fuera mejor a la abuelita, probablemente ella estaría triste porque para ella, el jarrón era como un lazo que la unía con quien se lo obsequió. Y además podría molestarse con la falta de sensibilidad de quien rompió el jarrón.
Por otro lado, seamos nosotros los que rompamos el jarrón, no podemos andar ahí por las calles de Tonalá rompiendo jarrones y después, poniendo jetas y acusando a la perrada que nos lo cobre esos jarrones de ser unos ogts que no saben perdonar y que se hacen los tontos por cobrarnos.
Creo que para esperar que alguien te perdone, es obligatorio resarcir el daño o por lo menos negociar con el ofendido para hacer algo por mitigarle el dolor causado.
Regresamos al caso del jarrón, supongamos que lo rompimos y le decimos a la abuelita con el firme deseo de que no chille: “ups, perdón, digame donde compró su jarrón y ahorita mismo me lanzo a comprarle otro”.
Entonces la abuelita dirá: “Snif!, no mijos, así que quede, de todas formas ésos no los venden, ese me lo hizo tu tío Ramoncito Temblores hace un mes cuando aun estaba vivo”.
Sería cómodo y séncillo pensar: “Chido, ¡me salió barato!”, pero sería un buen gesto insistir en intentar reparar el daño o al menos minimizarlo, o corregirlo. Algo así como pedirle a la abuelita que te permita intentar pegar ese jarrón y de pasada darle una manita de gato al lugar donde estaba el jarrón. Digo, algo extra para que esa experiencia de ver roto su jarrón cambie de algo triste a algo chido.
Dejamos el jarrón, más adelante el Temoc, en ese mismo libro de la “ultima oportunidad”, habla del “Amor verdadero”. Dice que el amor real no es un premio, y que los seres “superiores” (así, osea, los meros meros nices sobre los nices) aman a sus parejas e hijos no como un premio, sino a pesar de sus conductas. Que si hay condiciones para amar, entonces realmente no es amor verdadero.
PUUUUUUUUURAAAAAAAA BASUURAAAAAA.
En primera, nadie está obligado a amarnos. Si tu pareja te dijo alguna vez: “te amaré por siempre”, nada la obliga a seguir contigo a pesar de pisotearla o de restregarle en su carota que ya andas con otra.
En mis pláticas pre-matrimoniales me dijeron que el amor es libertad. Osea, que al igual que un halcón que le permiten salir a volar tiene la libertad de elegir si regresa con su cuidador o de plano se va hacia el bosque. Cualquier persona que te ama tiene la libertad de mandarte a la fregada, y lo hará si tu ya no le ofreces nada para que se quede contigo. Y si percibe demasiado daño o abuso de tu parte, ya la pregunta es si lo hará o no, sino cuando y como.
Ni siquiera como hijos debemos esperar el eterno amor de nuestros padres, es algo que debemos ganarlo, y si ya lo tenemos, por lo menos no perderlo. Támpoco como padres podemos esperar que nuestros hijos nos soporten todas nuestras estupideces.
Un amor “incondicional” es tan dañino para quien lo da, como para quien lo recibe.
Supongamos el caso de una pareja, en donde uno le diga al otro: “no hay pez si tu no cumples con tu parte al formar este hogar, igual te voy a seguir amando”. 🙁 En estos momentos se me vienen a la cábeza tantos malos ejemplos de relaciones de este tipo, me es más fácil decir que sucede. Voy a poner de ejemplo a una pareja, no diré quien para no quemarla, nomás me interesa que me cachen mi lógica.
Es una pareja que concibieron una niña, Él no tiene un empleo fijo, de vez en cuando, cuando le cae alguna chambita, puede aportar al gasto del hogar $200 PESOTES.
Ella, támpoco trabaja, pero está dedicada a las labores del hogar, como ver las novelas y chatear en facebook, ¿cocinar o limpiar la casa?, no, jaja, támpoco tiene que cumplir con esas condiciones.
Ambos, junto con la niña, viven de arrimados en casa de los padres de ella, quienes literalmente les ponen la comida en sus platos. No hay condiciones como: “tu te encargas del hogar”, “tu te encargas de traer al chivo”.
De verás no le quiero echar la sal, pero este tipo de relaciones hermosas y poéticas de amor verdadero e incondicional, se las van a ver muy negritas cuando quienes los mantengan, mueran.
Por lo mientras, además de ser comidilla en las reuniones familiares, él está delegando su autoridad de amo y señor de la familia a su suegra, creando confusión en la niña. Hmm, no, una vida no muy sana.
Regresamos a lo del Cuahutemoc Sanchéz. :S Nel, ya mejor cierro este post. Recomiendo que si los obligan a leer alguno de sus libros, por favor, no traten de acomodarse el saco. Sabe de donde sacó Temo esa moralidad, pero la neta es muy vacía, inhumana, insensible y no muy aplicable.